
Por Horacio Krell *
El Día de los Inocentes, celebrado el 28 de diciembre, tiene su origen en la matanza ordenada por el rey Herodes, quien mandó asesinar a todos los niños menores de dos años en Belén, creyendo que entre ellos se encontraba el futuro rey de Israel. Es por eso que José y María, padres de Jesús, huyeron para salvar a su pequeño hijo.
En la actualidad, este evento se conmemora con bromas para engañar a la gente, haciéndoles creer cosas falsas y luego revelando la verdad con la frase: "¡Que la inocencia te valga!".
Aprovechando esta paradoja, podemos analizar cómo el ser humano posee una racionalidad limitada, lo que provoca que muchas de sus acciones sean irracionales debido a limitaciones en la información y el tiempo disponible para tomar decisiones. Esta situación produce sesgos cognitivos o desviaciones en el razonamiento correcto.
Este tipo de persona percibe la realidad desde un punto de vista egocéntrico, creyendo que puede ver la realidad tal como es, sin prejuicios ni falsedades. Este sesgo le hace confundir su perspectiva subjetiva con la realidad objetiva, lo que lo aísla en una percepción irreal. Es ingenuo e ignorante, y carece de humildad intelectual, creyendo que quienes piensan diferente deben ser iluminados por él.
La ingenuidad oscila entre la credulidad extrema y la suspicacia total. El crédulo evalúa positivamente a los demás, preservando relaciones, aunque a veces lo que digan no se ajuste a la realidad. La percepción difiere de la realidad, lo que genera relatos alejados de los hechos. A mayor ingenuidad, mayor probabilidad de ser víctima del engaño, pero se valora la buena intención, reforzando este rasgo como virtud.
La ingenuidad implica creer todo sin cuestionar, mientras que la inocencia conlleva asumir riesgos con entendimiento. Ser inocente se logra cuestionando honestamente las consecuencias y creciendo personalmente. La Biblia dice: ?El ingenuo cree todo lo que le dicen, pero el prudente piensa cada paso.?
La presunción de inocencia
Constituye la máxima garantía constitucional del imputado, que permite a toda persona conservar el estado de ?no autor del delito? en tanto no se expida una resolución judicial firme. Por lo tanto toda persona es inocente, y así debe ser tratada, mientras no se declare en juicio su culpa.
Considerando el equivalente intelectual de la presunción de inocencia el pensador debe intentar en sus razonamientos tener su mente libre de prejuicios, de falsas premisas, de creencias infundadas y de conocimientos no probados. Como dijo Erich Fromm para ser verdaderamente libre hay que ser capaz de pensar por cuenta propia.
Para evitar ser engañados:
La ingenuidad controlada protege del conocimiento innecesario, evitando la sobrecarga de problemas. Se trata de elegir conscientemente qué conocer y qué ignorar para conservar nuestra energía y bienestar. La información invasiva puede generar estrés y preocupación, por lo que a veces es mejor ignorar ciertos conocimientos.
El presupuesto cognitivo familiar se refiere al tiempo y energía dedicados al desarrollo de la mente y la inteligencia de la familia. Invertir en el entrenamiento cognitivo es proteger la salud física y mental y asegurar el futuro de los hijos.
Error Común: La observación ingenua puede llevar a errores. Por ejemplo, en un cálculo que parece correcto a primera vista, la falta de atención a los signos puede dar un resultado erróneo.

El observador ingenuo pasa por alto la ausencia del signo "+" al final de cada renglón. El resultado correcto es 30.
Las apariencias engañan. Te ofrecen un billón de dólares con la condición de que debes contarlos uno por uno. El vicio oculto es el tiempo. No leemos la letra chica de los contratos, porque nos engañamos. Eso nos impide ver que no es oro todo lo que reluce.
Nos engañan con espejitos de colores. Para evitarlo hay que tener objetivos claros y métodos inteligentes para detectar las fallas de escritura del otro y las propias al leer. La conclusión correcta es no aceptar el billón de dólares, ya que habría que trabajar 63 años para contarlos.
Conclusión: El pensamiento natural se equivoca fácilmente. Debemos aprender a controlar la ingenuidad para evitar engaños y poder así tomar decisiones informadas.
No hay que decir todo lo que se piensa pero sí pensar todo lo que dice.
Dr. Horacio Krell- Director de Ilvem horaciokrell@ilvem.com o +5491154224742.